Nadie nos explicó lo complicado que es ser papa o mamá en estos tiempos de modernidad, y si bien es cierto que muchos autores dan recomendaciones según sus últimos estudios estadísticos y sociales, la experiencia de nuestros abuelos y padres son una gran lección.
Hoy estamos empeñados en querer ser los mejores amigos de nuestros hijos y muchos por querer congraciarse con el hijo y estar en todas les permitimos ciertas cosas que pueden ponerlos en peligro. Una carta que me enviaron vía e-mail deja claro nuestro rol, para que nadie se equivoque.
Querido Hijo: Mientras vivas en esta casa obedecerás las reglas que tenemos en ellas. Cuando tengas tu casa espero que tengas la suficiente madurez para crear tus propias reglas de responsabilidad. Aquí no gobierna la democracia, no hice campaña electoral para ser tu padre, tu no votaste por mí. Somos padre e hijo por la gracia de Dios, y yo acepto respetuosamente el privilegio y la enorme responsabilidad. Al aceptarla adquiero la obligación de desempeñar el “papel del padre”; por eso no debo llamarte “papito”, para no trastornar nuestras funciones.
No soy tu amigo íntimo, nuestras edades son muy diferentes. Podemos compartir muchas cosas pero no olvides que soy tu padre ¡Y eso es cien veces más que un amigo! Si… También soy tu amigo, pero estamos en niveles completamente distintos, es decir no te voy alcahuetear lo que no es correcto con la excusa de no perder tu amistad. En esta casa harás lo que tu madre y yo “sugiramos” y aunque puedes cuestionar nuestra decisión, lo que se te diga estará por encima de tus deseos porque todo lo que ordenemos estará motivado por el amor.
De malas tú que te tocó unos padres responsables. Te será difícil comprenderlo hasta que tengas un hijo, mientras tanto confía en nuestro amor.
Tu Papá y tu Mamá
Nuestros hijos no necesitan que seamos sus amigos… Ellos ya tienen un montón de amigos, de su edad. Nuestros hijos necesitan padres valientes y responsables, que fundamenten principios básicos, que pongan reglas y luego estén ahí para ver que se cumplan. Se nos encomendó una misión muy especial, la más grande: colaborar con Dios en la Creación y es a nosotros a quien se nos pedirá cuentas por nuestros hijos.
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